Finalizada ya la actividad en la escuela, un grupo de madres y padres permanecen en el jardín de esta mientras sus criaturas juegan. Risas y cantos de pájaros son la banda sonora de esta tarde, hasta que se ve interrumpida por una familia a la que se oye a lo lejos intentando gestionar la rabieta de su hijo. Quizá las prisas, la impaciencia o los nervios descontrolados llevan a la madre a decir en tono de enfado a su hijo: «¡Así no se comporta un niño de cuatro años! Creo que mañana tendrás que ir a la clase de los bebés, con pañal y biberón, porque todavía no eres mayor».
En ningún caso…