Es un lugar común decir que uno de los principales problemas de nuestro sistema educativo es que se le somete a cambios legislativos demasiado frecuentes. Así, en apenas treinta años de Constitución, se ha sucedido una larga sopa de letras de leyes educativas (LGE, LOECE, LRU, LODE, LOGSE, LOPEG, LOU, LOCFP, LOCE, LOE), sólo inteligible para los muy iniciados. Ello ha dado pie a afirmar que lo que se hace es marear el sistema y que, con tanto mareo, las reformas no tienen tiempo de afianzarse y dar fruto. Pero quizá, más allá de los gestos y los amagos, los cambios legislativos acab…
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