El día que fui a ver la merecidamente oscarizada película El paciente inglés, estaba sentada al lado una parejita que iba comentado las escenas de la película mientras devoraba sin parar una enorme bolsa de palomitas. Su parloteo y su mastiqueo me despertaron unas cuantas emociones no asociadas al pacifismo. Cuando llegó el momento en el que la protagonista yace dentro de una cueva con el tobillo, la muñeca y unas cuantas costillas rotas, se inicia un diálogo muy emotivo con su acompañante. Éste le detalla todos los males que tiene y le asegura que irá a buscar ayuda y que regresa…
