El libro parte de la experiencia común, por lo que se refiere a Francia y España, de que quienes acceden a la dirección de los centros educativos son maestros o profesores que respecto a la dirección tan sólo poseen un conocimiento de observación, ya que en la cultura organizativa de nuestras instituciones escolares parece darse por hecho que lo único que debe aprenderse es a gestionar algunos instrumentos burocráticos, dándose por supuesta la capacidad de solucionar conflictos personales y colectivos, dirigir reuniones, tomar decisiones, etc. Por el contrario, este libro se basa en la realidad de que el ejercicio de la dirección precisa de unas competencias profesionales específicas y bien diferenciadas de las propias del ejercicio de la docencia. Incluso si se posee la experiencia de adjunto, ésta no permitirá hacer frente a todos los aspectos de la función de director, ya que desde el primer día de clase empezarán a plantearse multitud de cuestiones que exigen la toma de decisiones inmediatas.