Las personas vivimos momentos de soledad, que resultan a veces duros y difíciles de soportar, aunque al mismo tiempo son necesarios para un buen y equilibrado desarrollo personal. La soledad es un sentimiento que remite a uno mismo, a las vivencias, a los recuerdos, a los deseos, a las ausencias. Remite a buscar compañía, a actuar, a llenarse, a pensar, a vivir. Remite a ponerse en contacto con el cuerpo, con la respiración, con el latido. Remite a la paz, a la serenidad, al sosiego, a recuperar las fuerzas. O al silencio, a la nada, a la angustia, a la inquietud, al miedo, a la tristez…
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